Contra-tiempo pte.5 / Pedestal

Por razones que aún no comprendo, los seres humanos tenemos por costumbre colocar en un pedestal a ciertas personas llamándolas "ídolos". Supongo que tenemos la necesidad de considerar y colocar a un grupo de personas en un lugar especial porque, si bien son seres humanos, son excelentes en lo que hacen (según nuestro criterio) y en nuestro deseo de ser como ellos consideramos que no los podemos alcanzar. Esa imágen de "inalcanzables", nos da una meta, una razón para esforzarnos por mejorar y así llevar nuestras capacidades al límite. Los "ídolos", algunas veces, son nuestra inspiración para ser mejores, y otras, nuestra excusa perfecta para fracasar en esa empresa. Necesitamos de estos ídolos que por definición son inalcanzables para poder levantar la cabeza y encontrar una vara con la cual medir a los demás, así como nosotros mismos. Inconscientemente dotamos a nuestros ídolos con características determinadas como belleza insuperable, voz celestial, destreza inhumana o personalidad inigualable, cuando en realidad son simples mortales como todos nosotros, sólo que nuestros ojos no nos permiten verlo. Lo bueno de los pedestales, es que sostienen en lo alto a nuestra meta. Lo malo es que cuando se caen, quienes se posan sobre ellos, se hacen añicos ante nuestros ojos y nos muestran que hasta nuestros ídolos pueden sangrar.

No me extraña que haya quienes consideran a Arcángel como alguien digno de admirar, más aún cuando yo mismo lo considero una leyenda. Saber que en breves minutos lo vería frente a frente hacía que mis manos sudaran, me ponía nervioso e inseguro, pero a la vez impaciente, y quizás, en esa mezcla de emociones, dejé que se colara un poco de miedo. Nada bueno puede salir del miedo propio.

Miré mi reloj en un gesto casi mecánico. 14.36 hs. Aún estaba nervioso por conocer a Arcángel y mis intentos por calmar mis ánimos iban fracasando uno a uno. Bien sabía quién era pero no lo había visto nunca, y es que son pocos los que vieron el rostro de este sujeto, algunos no pudieron vivir para contarlo y quienes vivieron, prefirieron el silencio acerca de sus características físicas. Arcángel es conocido por su capacidad para conseguir cualquier cosa que se le pida, ya sean armas, información, contactos o lo que sea, mientras se pague su precio. Todo lo que sé sobre él es que nunca se mancha de sangre, que vende todo lo que existe y lo que no existe lo inventa, y que, de alguna forma, conocía a Nicolás. Esto último es lo que más nervioso me ponía.

Nos paramos frente a unas puertas exageradamente altas de madera macisa y de un aspecto sumamente lujoso y rústico a la vez. Crugieron pesadamente cuando detrás de ellas apareció un sujeto delgado, que tendría aproximadamente la misma edad que mi primo, como de 1,80 metros de altura, cabellos negros de aspecto inmutable y peinados de lado, naríz pequeña y redonda, iba con el torso desnudo cubierto por unos cuantos vellos y una sonrisa extraña pero alegre. Mi primo cambió su frío y pétreo semblante por una amigable y amplia sonrisa, y se abalanzó sobre quien nos recibía para estracharse en un fuerte abrazo mientras, alegres los dos, emitían palabras, sonidos y gestos completamente inentendibles. Tras este muy amigable saludo, Nicolás se gira hacia mí y sonriente me señala diciendo:

- Amigo, te presento a mi querido primo, Agustín. Agus, te presento al famoso Arcángel.-

Enmudecí sin saber qué responder. Aún estaba sorprendido por la efusiva reacción de mi primo al ver a aquel hombre y sin palabras por conocer al famoso Arcángel, a quien no hubiera imaginado nunca luciendo así, tan común, tan relajado, tan cercano, tan sencillo, en otras palabras, tan humano.

- Ho... ejem!... hola... es un gusto.. digo... un honor conocerlo, señor.- Eso todo lo que atiné a decir entre tartamudeos.

- ¡El gusto es mío, campeón! Pero pasen, la comida está lista, la mesa está servida y, si bien llegaron justo a la hora dijeron, yo tengo hambre y no quise empezar sin ustedes. A esta hora, en un día normal, ya estaría durmiendo una siesta y no almorzando.- Nos dedicó una sonrisa y nos guió a través de su casa hasta un hermoso patio trasero de verde césped.

Sentí que el pedestal en el que había puesto al famoso Arcángel se empezaba a hacer cada vez más pequeño, más próximo, más a mi alcance. ¿Se está precipitando el pedestal en el que lo coloqué?. Aún no lo sé. Me pregunto quién es éste hombre.

1 comentario:

  1. Chan!

    Los más simpáticos son los peores!
    =D Aquí le esperamos la 6ta edición.

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